José María Pérez Gay y el silencio del nombre

La jornada, 28 de mayo de 2013

Ernesto Cardona es un joven mexicano que estudió en la Universidad Libre de Berlín, vivió en Colonia, trabajó en la embajada de México, regresó a su país y fue profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde quiso, infructuosamente, no refugiarse sino vivir.

Ernesto Cardona es el personaje central de la novela Tu nombre en el silencio, de José María Pérez Gay, en la que se narra, desde Alemania y América Latina, la historia y el desencanto de una generación que quiso construir un mundo mejor a través de la revolución y el socialismo.

De muchas maneras, la vida de Ernesto Cardona es la de Chema. Escrita con una prosa excepcional y una tensión dramática que no da descanso al lector, Tu nombre en el silencio relata, a través de Cardona, la biografía y tribulaciones del escritor.

“Alemania –dice Cardona, en la ciudad de Managua, al colombiano Alonso Vélez Giraldo, un viejo amigo suyo de los tiempos de Berlín, asesor del gobierno sandinista emanado del levantamiento armado– fue el río de nuestros sueños (...) Los sueños en los que aprendimos a deletrear la esperanza, pero también los que nos volvieron inmunes a los hechos incómodos.”

Alemania (y también Austria), su cultura, su literatura y su idioma fueron eso y mucho más para José María Pérez Gay. Allí vivió 15 intensos años. Allí escuchó al filósofo Herbert Marcuse, profeta temprano de la revuelta juvenil. Allí conoció a su querido Rudi Dutschke, el socialista antiautoritario que falleció en una bañera después de sufrir un atentado, el gran artífice del movimiento estudiantil de 1968, y con quien Chema aprendió la profecía de la memoria que señala que todos dejamos nuestro nombre en el silencio.

Traductor privilegiado del mundo germano a nuestro país y a la cultura latinoamericana, Pérez Gay recibió de manera abierta por parte de esas naciones los honores literarios que apenas tímidamente le fueron reconocidos en México. En 1992 el gobierno alemán le otorgó la Cruz al Mérito y tres años más tarde la medalla Goethe. En 1997 Austria le dio la Gran Cruz de las Artes y las Letras.

Devorador insaciable de libros, escucha atento de los sonidos de la vida, fue un formidable conversador y escritor, cualidades que con frecuencia no se presentan simultáneamente en una misma persona. Sus charlas eran como pequeños cuentos sacados de la vida real, sus novelas una impresionante galería de personajes únicos y sus ensayos un juego desbordante de erudición esclarecedora alejada de la pedantez...