Fidel Sánchez Gabriel: el personaje de Galeano

La Jornada, 14 de abril de 2015

Fidel Sánchez Gabriel tiene 45 años de edad y 38 de vivir y trabajar de jornalero agrícola. Con sus manos y su conocimiento ha cultivado cientos de toneladas de las más diversas hortalizas y frutas. A pesar de que su extenuante labor ha generado incalculables riquezas, vive en la pobreza. Hoy es la voz de los trabajadores rurales de San Quintín, donde vive desde 1981.

Fidel nació en el municipio de San Juan Ixtepec, Oaxaca. Hijo de padres mixtecos, campesinos y jornaleros como él, conserva orgulloso su lengua original. Aprendió a hablar español en el trayecto a partir de los siete años, cuando, en 1977, la familia emigró de su comunidad a los campos agrícolas del noroeste del país. Aunque sólo pudo estudiar un año de primaria, la vida le ha enseñado múltiples oficios.

El primer destino familiar fue Villa Juárez, Sinaloa, donde se pizcaba tomate. De allí fueron a recoger algodón en San Juan de los Planes, Baja California Sur. Dormían al aire libre, apenas resguardados por unas palmas de dátiles, contando las estrellas. Fidel tiene a flor de piel el recuerdo de una noche en la que se despertaron sobresaltados cuando el piso comenzó a moverse. Al prender la lámpara de mano apareció una enorme víbora entre ellos. Como pudieron la mataron para seguir durmiendo.

Ni en ése ni en los otros campos de trabajo había módulo de salud ni medio de transporte regular ni escuela. Bebían, guisaban y se aseaban con el agua para riego agrícola. Los más pequeños pasaban los días sin educación escolar, jugando a las escondidas, a los carritos, a lo que inventaban. A los nueve años, Sánchez Gabriel jornaleó allí pizcando algodón en un costalito. Después, en Empalme, Sonora, caminaba kilómetros bajo el sol para llevarle a su padre el lonche de mediodía. A los 13 años comenzó a laborar en forma cosechando chile california, guajillo y calabazas.

En 1981 la familia se instaló en San Quintín. Un empresario les ofreció un espacio para levantar una vivienda rústica, sin tener que pagar renta, y les obsequió plásticos y madera. El nuevo hogar era un paso adelante. Sin embargo, tenía un grave inconveniente: la familia estaba a disposición del patrón.

Cuando a San Quintín llegó la trasnacional Canelos, mucha gente se fue a trabajar para allá. Los Sánchez Gabriel también. La empresa construyó galerones y cuarterías para sus trabajadores. Muy pronto, la inconformidad comenzó a crecer.

El 16 de septiembre de 1984 estalló un paro de jornaleros agrícolas organizado por la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC). El movimiento demandó aumento salarial y mejores prestaciones laborales. Duró apenas un día y medio y se levantó con un triunfo. Tiempo después se decretó en la misma compañía un segundo paro, también exitoso, por las mismas demandas que el primero. Sin embargo, los intentos de organizar un sindicato propio resultaron infructuosos, ante la complicidad de las autoridades laborales y los empresarios...