Federico Álvarez, comunista y exilado

La Jornada, 22 de mayo de 2018

Federico Álvarez Arregui tenía nueve años cuando estalló la guerra civil en España. Cuatro años más tarde, en 1940, llegó a Cuba a bordo del barco Magallanes junto a su hermana Teresa, para reunirse con sus padres y su hermano mayor, de los que estuvo separado cuatro años. Poco después de cumplir 18, ingresó al Partido Comunista de Cuba, después de militar en la Juventud Socialista Unificada en el exilio. Estudiaba entonces ingeniería en la Universidad de La Habana.

Desde esa fecha, nunca abandonó la causa. Las ideas comunistas no se pierden; evolucionan –dijo en 2013– embarcado de lleno en la lucha por un futuro justo, sin explotación, discriminación ni racismo. No tenía duda de sus convicciones: Siempre fui el más izquierdista, el más rojo. Un rojo bueno. No perdió la esperanza en la derrota del imperio del capital. ¿Renunciar a la esperanza? –se preguntaba–, ¿para quedarse con qué? La única razón por la que una persona es partidaria de la situación actual es porque tiene intereses que quiere proteger y acrecentar (https://bit.ly/2kblbzx).

Se dice que usted es marxista. ¿Esto es cierto? Si es cierto, ¿por qué se identifica con esta corriente filosófica? –le preguntó en 2012 Adonai Jimenez. “Sí, desde luego, que sí –respondió él–, sigo esa corriente filosófica, ya que la he estudiado mucho con mi amigo Adolfo [Sánchez Vázquez] y me relaciono en gran manera con ella porque el marxismo es la teoría y la práctica del pueblo, de la clase trabajadora en contra de la teoría y la práctica del capital. Estoy en contra de la burguesía financiera que es la que nos ha traído la situación catastrófica en la que estamos” (https://bit.ly/2Iz9TE6).

Junto a Sánchez Vázquez emprendió la aventura de renovar el marxismo contra el dogmatismo, la estrechez, la mentira arrinconada, la ortodoxia estereotipada, la ruina de tantas seguridades. De reconstruirlo, sospechando de las propias ideas políticas y sociales. Su libro, La respuesta imposible: eclecticismo, marxismo y transmodernidad, generosamente reseñado por Bolívar Echeverría, da cuenta de esta búsqueda.

Esta fidelidad a sus convicciones políticas no lo llevaba, como narra su alumno Fernando Fernández en la introducción de una magnífica entrevista que le hizo en 2013 (https://bit.ly/2LjWptk), a colocar sus ideas por encima de todas las cosas. “No recuerdo –escribe el entrevistador– que haya manifestado ninguna postura cerrada o dogmática.”

Vasco no nacionalista (nació en San Sebastián), llegó a México en julio de 1947, con una faja ceñida al cuerpo que ocultaba miles de dólares para financiar la guerrilla antifranquista. Su vida estaba en las artes, las humanidades y la transformación social...