La jornada, 26 de julio de 2005
Londres no es Bagdad, pero el 7 de julio estuvo cerca de serlo. Por un día el miedo, el dolor, el duelo que se viven cotidianamente en Irak se trasladaron a Inglaterra. El 21 de julio el pánico se hizo mayor. El hilo invisible que conecta a las naciones invadidas con sus invasores mostró ser un camino de dos direcciones. El terror va y viene.
Desde entonces la capital del imperio británico no es la misma. Se ha convertido, según The Independent, en la "ciudad del miedo".
Como sucedió el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington y el 11 de marzo de 2004 en Madrid, los atentados terroristas del 7 de julio en Londres han provocado intensa discusión en la prensa. ¿Hay que limitarse a condenar los actos terroristas o es pertinente tratar de explicar sus causas? ¿Discutir las raíces de las matanzas justifica a quienes las cometen? Nuestro país no ha sido la excepción en este debate.
Expresión de este diferendo son los intelectuales mexicanos que se escandalizan e indignan con los análisis que explican la matanza de Londres como resultado de la participación inglesa en la invasión a Irak. Por ejemplo, en un artículo de opinión, publicado en El País (22 de julio de 2005), se acusa al periodista Robert Fisk de ser encomiado por Osama Bin Laden, actuar con insidia y distorsionar informativamente los hechos.
En esa crítica se esconde que lo único que Bin Laden dijo de su entrevistador era que lo "consideraba neutral". Eso mismo dijeron de él quienes le otorgaron en siete ocasiones el premio al corresponsal extranjero británico del año y lo declararon triunfador de la primera edición del Premio a la Excelencia en Periodismo Internacional de la Universidad Johns Hopkins. La agresión del historiador mexicano al corresponsal irlandés proviene de un vicio profundamente arraigado en el medio intelectual mexicano: la compulsión por juzgar antes de comprender.
"Blair nos dijo el jueves", escribió Fisk, "que 'nunca triunfarán en su intento de destruir todo aquello que nos es entrañable'. Ellos no intentan destruir 'lo que nos es entrañable'. Lo que intentan es conseguir que la opinión pública obligue a Blair a salir de Irak, y a abandonar tanto su alianza con Estados Unidos como su apoyo a la política de Bush en Medio Oriente. Los españoles pagaron el precio de su respaldo a Bush, y el subsecuente retiro de tropas españolas de Irak demostró que los atentados de Madrid lograron su objetivo"...