Las grietas de la utopía

Las grietas de la utopía

El cotidiano 37, 1990, septiembre-octubre

Si de algo se puede estar seguro es que la transición hacia un nuevo esquema de relaciones entre las organizaciones sociales y el Estado no será ni lineal ni fácil. En ella están profundamente imbrincados la reforma del Estado, la reforma del PRI y las posibilidades de éxito del modelo de desarrollo económico salinista.

La encrucijada

Actores fundamentales de las luchas sociales durante más de diez años, las coordinadoras de masas se encuentran hoy ante grandes retos. Ellas fueron elementos claves en el desencadenamiento de la erosión creciente del pacto corporativo y de la crisis del régimen de partido de Estado claramente manifiesta en la coyuntura electoral de julio de 1988. Desde distintas vertientes, alimentaron a los dos grandes proyectos políticos que se disputan la conducción de las organizaciones sociales: el neocardenismo y el salinismo. Han estimulado y conducido el ascenso en la lucha reivindicativa de los últimos dos años. Sin embargo, han tenido enormes dificultades para capitalizar estratégicamente esta situación.

Ello es resultado de los supuestos políticos con los que fueron creadas, de la cultura que generaron a lo largo de más de diez años, de las relaciones políticas que establecieron con los funcionarios públicos, de una gran inadecuación entre el discurso del proyecto y su práctica, y de una profunda modificación de la realidad política nacional.


El terremoto neocardenista

La superación de las posiciones abstencionistas entre los dirigentes de las coordinadoras de masas ha sido un largo y traumático proceso, en muchos sentidos no culminado aún. Ciertamente, desde el momento mismo de su fundación corrientes como el MRP en el Valle de México, la COCEI en Juchitán, o las fuerzas sociales influidas por el PRT, reivindicaron la necesidad la lucha de masas con la participación electoral, pero, siempre fueron al interior de estos acuerpamientos, posiciones minotarias. Si para amplios sectores el abstencionismo de las coordinadoras era un medio para no politizar artificialmente la lucha reivindicativa y para mantener una obligada pluralidad, para muchos otros, el abstencionismo era una posición estratégica. Según estos últimos, parlamentarismo era sinónimo de reformismo y socialdemocracia, y, por lo tanto, era incompatible con un proyecto revolucionario...